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Jorge Alberto Gudiño Hernández

28/01/2017 - 12:00 am

Curiosas formas de boicot

No exagero al asegurar que, en los últimos tres días, he recibido cerca de un centenar de invitaciones para boicotear a diferentes empresas. La mayoría de estas invitaciones han estado dirigidas a Starbucks pero también incluyen a Coca-Cola, a Pepsi, a Wonder y a diversas marcas de ropa. Fundan su argumento, claro está, en las […]

El boicot ayudará a que el Presidente de Estados Unidos aminore las acciones que ha emprendido y está por emprender contra México, como nación, y contra los mexicanos en su país. Francamente me parece ingenuo sostener algo por el estilo. Foto: Cuartoscuro

No exagero al asegurar que, en los últimos tres días, he recibido cerca de un centenar de invitaciones para boicotear a diferentes empresas. La mayoría de estas invitaciones han estado dirigidas a Starbucks pero también incluyen a Coca-Cola, a Pepsi, a Wonder y a diversas marcas de ropa. Fundan su argumento, claro está, en las intenciones de Trump. Entiendo, entonces, que este boicot ayudará a que el Presidente de Estados Unidos aminore las acciones que ha emprendido y está por emprender contra México, como nación, y contra los mexicanos en su país.

Francamente me parece ingenuo sostener algo por el estilo.

Por dos razones: la política y la económica.

No es necesario ser un experto en política exterior o un politólogo estudioso en Estados Unidos para saber que Trump se deja llevar sólo por sus arrebatos. Si los dueños de Coca-Cola (¿existen los dueños de tal empresa?) llegan y le dicen que le baje a sus políticas porque los mexicanos han dejado de comprar sus refrescos, lo más probable es que se bote de la risa o que amenace con serias consecuencias en caso de que no se reactive el mercado de las bebidas azucaradas. Me parece casi inconcebible que diga algo parecido a “Es cierto, los mexicanos han mostrado su poder y, como ya no toman Coca-Cola, voy a derrumbar el muro para convencerlos de que vuelvan a hacerlo”. ¿Impensable, verdad? Y eso que México es uno de los mayores consumidores de esas bebidas en el mundo. Si mal no recuerdo, incluso Monterrey tenía el récord de mayor consumo per cápita del refresco insignia (un récord poco digno de ser presumido).

En términos económicos tampoco es una buena idea. Estas enormes corporaciones funcionan a partir de esquemas de franquicias. Si Starbucks, por ejemplo, dejara de vender café en México, los mayores afectados no serían los dueños de la marca. Ellos verían descender algunos puntos porcentuales sus ganancias y buscarían compensarlo con nuevos mercados. Alsea, en cambio, perdería un enorme porcentaje de sus ingresos. Miles de mexicanos se quedarían sin empleo. Los propietarios de los locales que le rentan a las marcas dejarían de percibir un ingreso asegurado. El perjuicio mayor sería, pues, para el mercado nacional. Y esto sucedería con muchas de las marcas gringas que tienen toda una infraestructura para el desarrollo y comercialización en México.

Además de lo anterior, en caso de que el boicot prosperare, se estaría castigando a quien no necesariamente es culpable. Veamos: Trump toma decisiones absurdas que perjudican a muchos. De hecho, una buena cantidad de las empresas que se pide sean boicoteadas está en contra de sus decisiones y de su presidente. Algunas incluso apoyan de manera pública a los demócratas.

Si el malo (perdón por el facilismo) está tan claramente identificado, si la solución es tan simple como un boicot (perdón por el falso entusiasmo), entonces bastará con volver los cañones contra sus propias empresas. Si, por el contrario, la insistencia persiste, entonces es menester ampliar nuestro campo de batalla. De entrada, deberemos dejar de usar casi todas las redes sociales: no sólo son primordialmente norteamericanas sino que, además, dejan poco dinero en nuestro país. Más aún: adiós a las Mac y a muchas de las PC, las que queden deberán instalar sistemas operativos cuya patente no pertenezca a Microsoft. Algo similar pasará con los teléfonos y las aplicaciones que usamos en ellos. Por supuesto, también es necesario considerar el cine y la televisión que consumimos. Con los automóviles no habrá problemas: hay muchas alternativas europeas y japonesas (además, Ford ya nos hizo enojar). El asunto será que, al cargar gasolina, se nos garantice que no es de la importada. Lo mismo tendremos que exigir con buena parte de la comida que llega desde el norte.

De seguir así, pronto caeremos en la cuenta de que somos nosotros los boicoteados. Sí, caray, los tiempos son duros y el panorama aciago como para seguir pensando en defensas de este tipo.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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